ITER es el proyecto internacional que pretende reproducir las reacciones de fusión nuclear que se dan en el astro rey
La transición energética es quizá uno de los mayores retos que se han planteado en toda la historia de la humanidad. Caminar con éxito hacia un modelo económico en el que las emisiones de CO2 sean cero, pero sin frenar el desarrollo, se presenta como una tarea complicada, en la que la tecnología tendrá mucho que decir. Y es que la obtención de nuevas fuentes de energía limpia será fundamental si se quiere mantener el matrimonio entre progreso y sostenibilidad. Los avances en nuevos vectores energéticos, como el hidrógeno verde que, a través de la electrolisis del agua, permite almacenar energía procedente de fuentes renovables, son esperanzadores. Y es que, para garantizar el suministro futuro sin renunciar un ápice a la descarbonización, será necesaria una combinación de las tecnologías presentes y también futuras.
Si hay un proyecto de generación de energía ambicioso en el mundo, y que promete ser la panacea a los problemas actuales, ese es, sin duda, el que tiene que ver con la fusión nuclear. Se trataría de reproducir en la Tierra las reacciones nucleares que genera la energía del sol y las estrellas.
Es una fuente prometedora de energía segura, sin emisiones de carbono y prácticamente ilimitada
La fusión se produce cuando los átomos son forzados a unirse bajo unas condiciones de temperatura y presión extremadamente elevadas, lo que hace que liberen enormes cantidades de energía al fusionarse para dar lugar a átomos más pesados. Es una forma de energía increíblemente densa, con abundantes cantidades de determinados isótopos de hidrógeno-combustible.
«Por lo tanto, la fusión es una fuente prometedora de energía segura, sin emisiones de carbono y prácticamente ilimitada, para los cientos de generaciones venideras», ha señalado la propia Comisión Europea. Para lograrlo, en 2006 se puso en marcha el proyecto ITER («camino», en latín), una iniciativa única que pretende construir la mayor máquina de fusión del mundo, y que no tiene precedentes en el ámbito de la colaboración internacional en el campo energético, y en el que todos los socios se han comprometido a construir una parte del reactor y, lo que es más importante, a compartir conocimiento.
«Por lo tanto, la fusión es una fuente prometedora de energía segura, sin emisiones de carbono y prácticamente ilimitada, para los cientos de generaciones venideras», ha señalado la propia Comisión Europea. Para lograrlo, en 2006 se puso en marcha el proyecto ITER («camino», en latín), una iniciativa única que pretende construir la mayor máquina de fusión del mundo, y que no tiene precedentes en el ámbito de la colaboración internacional en el campo energético, y en el que todos los socios se han comprometido a construir una parte del reactor y, lo que es más importante, a compartir conocimiento.
Asimismo, mientras que el deuterio, uno de los isótopos del hidrógeno, puede obtenerse fácilmente del agua del mar, los recursos mundiales de tritio, el otro componente principal, son escasos. Se trata, pues, de uno de los proyectos de ingeniería más complejos de la historia, ya que se requerirán millones de componentes para montar el reactor gigante, que pesará 23.000 toneladas, y que, además, frente a fisión, cuenta con la ventaja de que no produce desechos radiactivos.
Aunque el ITER en sí mismo no producirá electricidad (su propósito es más bien demostrar que la fusión a gran escala es posible), representa un avance enorme en la creación de energía de fusión e impulsará la transición de la investigación.
El proyecto tiene su origen en el Acuerdo ITER, que fue firmado por siete socios: China, Euratom (representado por la Comisión Europea), India, Japón, Corea del Sur, Rusia y EE UU. Estos gobiernan de forma conjunta la Organización Internacional de la Energía de Fusión ITER, que es responsable de construir y gestionar el proyecto, y todos comparten recursos financieros y científicos. Cada socio dispone de una agencia nacional que administra sus contribuciones; la agencia de la UE se denomina Fusion for Energy y está en Barcelona.
Plasma supercalentado
El año 2020 marcó un paso importante, con el inicio de la fase de montaje del Tokamak, que durará cinco años. El siguiente gran hito será en 2025, cuando se prevé que el ITER cree su primer plasma supercalentado. Todo ello debería alcanzar su máxima potencia hacia 2035, con el objetivo de demostrar que se puede obtener más energía de la que se introduce.
Además de los avances en el centro europeo, la UE y Japón prevén inaugurar el reactor de fusión JT-60SA, situado en Naka. Será el mayor Tokamak en funcionamiento, hasta que el ITER empiece a funcionar. Sus misiones principales son prestar asistencia en relación con la explotación del ITER (que se prevé que se inicie en 2025) y contribuir al diseño del reactor de fusión de próxima generación de la UE.